El brillo del oro en sus ojos, las manos acariciando las monedas que contenía el cofre. Perlas y brazaletes, coronas de oro y piedras preciosas iban apareciendo ante ellos.
El mapa del tesoro descansaba en la tierra húmeda recién removida junto a las palas utilizadas para el caso.”El tesoro, el tesoro”,repetía el loro. Veinte pasos hacia el norte y allí bajo el árbol quemado,se encontraba.
Las botellas de ron circulaban entre ellos a gran velocidad.Cantaban,bailaban alrededor del botín.La aventura había acabado.
¿¿¿Realmente terminó???
Por algun resquicio del libro,seguramente mal cerrado,salieron aquellos buscadores de tesoros y descolgandose habilmente con sus cuerdas de los renglones de tinta llegaron a nosostros.Atracaron en las costas de Somalia y prepararon sus naves.
Hambrientos,desarrapados,huyendo de sus miserias y con las arcas vacías,una horda de mas de mil piratas hizaron su bandera de terror.
El mar de los piratas es ahora una amplia franja,son los señores del Golfo de Adén, el Mar Rojo y el Océano Índico.
No llevan loros, ni patas de palo, ni garfios.
No cantan canciones.
Sus islas del tesoro, son los barcos de pescadores o pequeñas embarcaciones,los acechan y cuando son presa fácil: al abordaje.
Su botín , un capitán de barco, o la tripulación entera.
La recompensa, el rescate que seguramente pagarán por ellos.
La piratería sigue, nunca ha desaparecido del todo, pero si el eco de aquella canción que entonaban por los mares del sur:” la vida pirata es la vida mejor...
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