domingo, 8 de septiembre de 2019

Algo de Mi


Oigo en las noticias, que nos ha abandonado Camilo Sexto, el cantante.Y vuelvo a escuchar aquella canción  que sonaba por lo años 70 del siglo pasado: "Algo de Mi". Al hacerlo, inevitablemente viajo a casa de los abuelos, a aquellos meses que pasaba con ellos hasta que acabase el curso escolar.
Sería una noche de primavera, que tendría aromas a flor de azahar, a huertos cercanos, a río Túria, una noche con aroma  a pueblo,al mío, Domeño.

Yo estaba en aquella habitación en el piso de abajo, al lado de la de los abuelos. La habitación en la que había dormido mi tío mientras vivió en la casa, con escasos muebles, solo recuerdo la cama y la ventana color marrón,de madera,como todo ornamento a las paredes blancas y de gruesos muros.

La luz eléctrica en aquella casa solo había llegado hasta el comedor, la estancia más cuidada, de paredes verdes, con una mesa y cuatro sillas a su alrededor. En el centro de la mesa, una jarra de cristal con flores de plástico y decorando una de las paredes, un cuadro de la última cena,cuadro que todavía guardo con más recuerdos de los abuelos.
Y digo, que nunca llegó a tener luz en todos los lugares de la casa, por aquello de que pronto se abandonaría y nos iríamos al pueblo nuevo.

Aquella noche  un niña de ocho o nueve años, mientras intentaba atrapar el sueño, escuchaba los sonidos de la radio que le llegaban de la habitación contigua, al abuelo le gustaba dormir con el sonido de la radio pegada a la oreja, costumbre que mantendría toda su vida.

Y yo, alzando la voz en la oscuridad y en el silencio de la casa e imagino del pueblo,
   -¡Abuelaa!, dile al abuelo, que suba el volumen de la radio, que están cantando: "Algo de mi".
La abuela seguidamente,
   -Manuel. sube la radio que la chiquilla dice que están cantando, algo de ella.
 Así pude oirla aquella noche y recordando esta anécdota,la he escuchado a lo largo de los años, como si fuese un eco del sonido que percibí a través de la pared de la habitación de los abuelos.

Queridos abuelos, querido pueblo,grande Camilo

jueves, 14 de marzo de 2019

Un tiempo para marchar




Hubo un tiempo de éxodo ,de abandonar y marchar con la casa a cuestas en busca de otro lugar donde continuar viviendo.Siempre con la esperanza de que el cambio iba a ser mejor.
Un tiempo que mis padres y mis abuelos como otros muchos, enfrentaron con alegría, con ilusión, y también con nostalgia, porque no decirlo.

El abuelo, quizás el que menos, siempre decía, que allí, en el pueblo viejo, la vida era muy dura, él encaraba el futuro como un proyecto que iba a  mejor, bien es cierto que, le pilló esta historia, recién jubilado, fue más fácil.

La abuela, que durante muchos años repetía constantemente, que había que ahorrar para la casa nueva,que tal o cual cosa ya se haría en la casa nueva, pronto, demasiado pronto, empezó a olvidarse de las cosas, de la gente y nunca fue consciente de vivir en aquella casa nueva en la que tantas ilusiones había depositado.

Los padres, los míos y muchos otros  padres jóvenes, con sus hijos pequeños, fueron los que hicieron un cambio de vida total.
Abandonaron la Serranía, abandonaron Domeño y algunos como mi padre, también el oficio al que se dedicó desde niño.Ser pastor,era muy complicado en nuestro nuevo enclave.
Momento  de cambio, de búsqueda y adaptación .

Durante muchos años planeaba sobre el pueblo la sombra del pantano, se hablaba de marchar pero se resistían a hacerlo.
 Aquellas gentes estaban muy  apegadas a su pueblo.

Yo no se cual fue el "click" que puso en movimiento la partida, tenía diez años, solo recuerdo el rugir de las moto sierras talando los chopos de la riera del Túria, incesantemente.Durante días y días, aquellos árboles centenarios, que habían permanecido fuertemente enraizados, alzándose majestuosos hacia el cielo,caían uno tras otro.Aquellos árboles,tenían precio,se subastaron y comenzaron a ser talados .
Este hecho, marcaba en mis recueros, el inicio del final de la vida en el pueblo.

Otro momento crucial, fue el embalse de las tierras de la huerta cercana.
Las tiernas alfalfas que servían de alimento a los animales domésticos que se criaban en las casa, los centenarios algarrobos, que llenaban con sus frutos maduros los grandes serones en época de cosechas, los enormes naranjos que salpicaban los huertos repartiendo aromas y dulzor ya nunca más igualados por ningún otro fruto.
Todo quedo inerme bajo aquel agua estancanda.

 Desde las ventanas de las casas, los domeñeros y domeñeras, contemplaron aquel paisaje desolador ahogandose en sus propias lágrimas.
 Se que esto supuso un desagarro en sus corazones. El principio del fin acaba de mostrarse.
A partir de ese momento, empezaron a pensar en marchar  definitivamente de Domeño.

martes, 15 de enero de 2019

La memoria de las cosas







Por fin he podido entrar en el blog! Tanto tiempo abandonado que al ir a ponerlo en marcha, ni recordaba la cuenta, ni la contraseña.
Opción tenía de crear otro, pero al hacerlo,al no poder entrar en este, era como si una parte de mi misma se perdiese, como si no fuese capaz de arrastrar conmigo mis propios recuerdos, mis vivencias ,ya que muchos de los textos que hay en: "Una vida y mil historias", son recreaciones de momentos de mi vida, escritos con la sola intención de volver a vivirlos, sentirlos...  de no dejar que se pierdan  en las lagunas de la memoria, que nos acechan constantemente.
Son especialmente emotivas para mi, las publicaciones que hacen referencia a mi infancia, a los momentos que he podido rescatar o que he ido inventando tirando  de pequeños recuerdos que aún quedan.
Hoy alguien ha enviado a mi hijo un audio de wasap con la jota de Domeño, con un comentario :-" que lo escuche tu madre, que seguro se alegrará".
 Así ha sido, y asimismo yo lo he reenviado a quienes he pensado, que podría gustarles oír esa jota .
Mi madre también la ha escuchado, mientras movía los labios silenciosamente.Cantaba, recordaba su pueblo, la música le ha hecho revivir algo ,no se bien que, quizás ella tampoco, pero en el lío que ya tiene en su cabeza , ha ido recordando la letra de la jota, mientras una lágrima silenciosa rodaba por su mejilla