jueves, 24 de mayo de 2012

CARASOLES

Estaba sentado en un banco del parque,apoyado en el bastón y sobre su cabeza un pañuelo,dejado caer tal cual,ningún toque de elegancia ni picardía en ello ,del bolsillo a la cabeza, con la unica intención de protegerse del sol,de esos primeros rayos cálidos que nos trae la primavera,pillándonos confiados,a ellos no,los más mayores siempre nos advierten de estos días soleados,la cabeza a la sombra,cuidado con el sol que luego llegan los costipados,les escuchamos decir.

Mirándole desde el otro lado de la calle a través de las palmeras,casi espiándole, pensaba que no era habitual la imagen que ofrecía,hacía mucho que no había visto abuelos tomando el sol con un pañuelo sobre la cabeza,me parecíó atemporal,propio de otras épocas.Y pensé en los Carasoles.aquellos rincones cálidos y protegidos de los pueblos aprovechados por sus gentes para sentarse y sentirse a resguardo. Mis Carasoles son más imaginados y recordados que vividos.

La memoria muchas veces acaricia nuestros recuerdos e imagenes de la infancia,haciéndonos casi protagonistas,la mía,me deja notar la suave tibieza de esos lugares, a veces piedras vírgenes,brillantes y soleadas,que emergían cercanas a las casas,otras, rincones emblanquinados cada primeros de mayo,cercana ya las fiestas patronales,la Santa cruz,el día tres. Estos Carasoles eran el fondo de figuras enlutadas,de rostros quemados por el sol y surcados por mil arrugas.
Hombres y mujeres encorvadas por los los años y la dureza del trabajo,que sentados en bajas sillas de madera, encordadas en basta anea conversan o dormitan acercandose a la tierra en muda y peligrosa atracción. Los mayores de las casa, los abuelos del pueblo,retirados de un trabajo activo porque las fuerzas son escasas,van llegando con su silla,alguno con una pequeño cojín,para ablandar el rústico asiento,otras llevan su canasta de ropa para repasar o alguna pequeña labor si la vista lo permite.Para protegerse del sol, tan solo,un pañuelo blanco o a cuadros azules,dejado caer sobre sus cabezas.
Quizás, más tarde se acerca algún nieto,-abuela,¡la merienda!,espeta el niño chillón mientras revuelve la canastilla de costura de su abuela y saca un huevo de madera ,preciado artilugio para zurzir calcetines, cosidos y recosidos hasta la saciedad. La abuela saca un pedazo de pan,de uno de los bolsillos de su delantal o sobredelantal,quizás de su faltriquera....capas y capas de ropa superpuestas para protegerse del frío o del calor tanto da. La merienda del chiquillo, aparece envuelta en un grueso papel,reciclado obligatorio de la compra en la tienda de ultramarinos,no eran tiempos del papel albal,ni de las bolsitas de plástico.
Por toda despedida, el pequeño suelta su aro de metal que ya rueda por la empinada calle,mientras enarbola la mano con el bocadillo diciendo adiós al aire. La abuela retoma la costura del viejo pantalón azul desvahído, aplica un pedazo de telamás nuevo,que desdice,siempre desdice,de tanto aprovechar la ropa.Se cala bien las gafas y zurce a la altura de la rodilla.
El resto de tertulianos sonríe ante la inusitada energía del pequeño pelirojo y continuan su conversación,-cuando nosotros eramos crios,poco tiempo para jugar teníamos...- las cargas de leña que hacía yo con la burra negra que tenía mi padre, se sabía ella el camino, mejor que yo...Siempre había un padre al que llevar la cesta de la comida al medio día y un hambre tan grande,que apetecía hacer una parada a mitad camino y dar una cucharada al guiso que aún humeaba.
Ah!,la juventud ya fue otra cosa,sobre todo los bailes de las fiestas los guitarristas tan buenos que tocaban en la plaza y las piernas tan fuertes que tenían entonces,sin parar de bailar, sin descansar ni una sola pieza ,eso si que era divertirse. Se ríen,alguno cierra los ojos ante la fuerza de estos recuerdos, no sin cierta nostalgia casi propia ya de esta horas de la tarde.Los rayos de sol apenas calientan y empiezan a notar el fresco, sus viejos huesos se resienten,va siendo la hora de terminar,y en acuerdo tácito, se despiden hasta otro rato,seguramente mañana,después de comer volverán, ahora recogen y cada uno con su silla en mano se dirigen hacia casa.

jueves, 10 de mayo de 2012

Siempre llega el verano

Insomnio. Los sonidos de la calle;el golpe seco de la puerta de un coche, risas de jovenes deshorados,el raspado insistente,cansino de aspas de helicópteros rasgando la silenciosa oscuridad del cielo sobre un pueblo,que aparentemete descansa,aquel café a media tarde con aroma a mar... Previsiblemente,horas de ojos abiertos,una y otra vuelta,mil vueltas sobre la cama... Hace calor,son los primeros días de una dulce tibieza.Mayo ha traído,la fragancia del azahar, y la he dejado pasear libremente por la casa.Pienso en ello y ya no me importa tanto no poder conciliar el sueño. Falta poco para que llegue el verano, me digo,casi asiento con la cabeza hundida en la almohada.Parecía tan lejano,que era difícil incluso intuirlo estando inmersa en la frialdad del invierno,en aquella desolada soledad del mes de noviembre.Anhelo la luz que trae,luz mediterránea..tanta,que casi me deslumbra ,no importa. Mientras aprieto fuertemente los ojos,susurro, con la cadencia de un mantra nocturno recién inventado:"no importa que hayas tardado tanto,no importa que el invierno sea tan largo,no importa que hoy este triste y tenga insomnio,el verano va a llegar,el siempre viene".

martes, 14 de febrero de 2012

Pan con chocolate








-Pan con chocolate abuela, quiero pan con chocolate.

Juntas entrábamos en una sala , habitualmente en penumbra y ella, abría la pequeña puerta de un armario construido en la misma pared, que en tiempos de la matanza de cerdo, fue un salador de jamones. Alargaba la mano, sacaba una bolsa de tela con cuadros azules o rojos, donde guardaba el pan y partía un trozo de este. De aquel armario emanaban todos los aromas que una pueda imaginar, era el santuario que guardaba y había guardado las más sabrosas viandas de la cocina casera.

Dicho habitáculo hacía las veces de despensa y nevera,esta última,impensable por aquellos tiempos en la sala, a la que nunca llegó la electricidad,se quedó en el piso de abajo como si ya cansada de tanta escalera se hubiese negado a hacer un último esfuerzo, quizás la abuela fuera reacia a descolgar su pequeño candil, única luminaria, o tal vez fue, para evitar un gasto más, ahora que ya se vislumbraba la casa nueva en un futuro no muy lejano, lo cierto es, que solo había luz en la primera planta donde estaba:la entrada,la cuadra,las herramientas del abuelo y en el comedor deshabitado.

Era la hora de merendar y se había abierto el armario de los aromas, la caja de Pandora de los manjares cotidianos que reposaban en espera del siguiente festín. Unos platos de porcelana blanca ribeteados de azul, guardaban restos de pollo frito con tomate, un poco de “sardineta”, que así era como llamaba la abuela a la sardina, “sardineta”, vendida por la señora Herminia, la pescadera, en el barrio del Lejío,traída en cajas de madera y cubierta de una capa hielo, entre el que se movían aquellas manos huesudas ydeformadas por la artritis para elegir las más gruesas, según su deseo.

Cuando se cerraba el armario ya no había vuelta atrás los aromas inundaban en sinuosa danza invisible e inaudible , la sala durante unos minutos más, los que tardaba la abuela en abrir la caja fuerte o su peculiar monedero, una vieja chaqueta de pana negra,colgada de un clavo en la pared, de donde extraería, dos pesetas, eso era lo que costaba el chocolate de mi merienda.

lunes, 16 de enero de 2012

Mi Padre








Siempre , he querido escribir algo sobre ti, algo hermoso,dulce y cariñoso, un escrito desbordante de ilusión y ganas de vivir porque así es como te he conocido, así es como yo te siento papá .

Pensaba hacerlo cuando encontrase el inicio del hilo del que tirar,no soy muy habilidosa, por ello ando tanto tiempo liada ,enredando la madeja y conformándome con largas conversaciones mentales contigo sin atreverme a más.

Fue ayer cuando al verte coger la florecilla amarilla y señalarme los minúsculos insectos que había en ella, me di cuenta que de esto, de esto último que hemos vivido ya podíamos también hablar en alto o mejor dicho ya podía escribirlo.


Escribir,leertelo y recordar contigo para volver a vivirlo de nuevo.
Pastor, apicultor, agricultor,nos gusta recordar mi voz infantil y cantarina,decir :- mi padre es pastor y también es colmenero,sabe de abejas y ovejas como nadie....


Un pastor con un zurrón hecho de piel blanca de oveja, donde guardaba su comida y lo que fueron mis primeros regalos diarios y nocturnos ,allí permanecían durante todo el día, unas almendras ,un papel de revista que te habías encontrado y que a la noche me leías como si fuera el más preciado de los tesoros,lo era, y una vez trajiste un pájaro
¿recuerdas papá?, dijiste que no podía volar bien y lo soltasté en la sala de nuestra casa.

Incansable me contabas cuentos que hablaban de cabrillas que bajaban al reino y engañaban a un lobo malo que siempre tenía un hambre importante..cuervos astutos ,zorros orgullosos... un mundo de animalillos desfilaban ante mis ojos.

Jugabas con la niña que te esperaba despierta por tarde que fuese todas las noches y cantabas tamborilleando con los dedos sobre mi espalda una y otra
vez:
"decodin,decodán las cabrillas de San Juan por donde van por el cerro galluvero ¿cuántos dedos hay encima?"

Ambos haciamos trampas para alargar el juego y yo nunca te pregunté por donde estaba aquel cerro con sabor a uva.
Tu serenidad, tu calma, la recreación minuciosa con la que me has contado las cosas las dejaron grabadas en mí para siempre.

Eran días radiantes,de juventud,después vinieron muchos otros en los que todavía no había niebla,esta se anunció más tarde,aunque siempre la vimos lejana ,muy lejana,tanto como la luna a la que tú desde hace unos años ya le veías dos puntas.

-Mira la luna,¿tú también le ves dos puntas?- me decías mientras hacías una parada en el paseo, ese que era casi obligado hacer por prescripción médica para intentar bajar los niveles de glucosa.
-No, yo solo veo una ,solo hay una luna -te decía yo.

Y llegó el día en que ya no estaba la luna ,ni siquiera con dos puntas …

En esta niebla que hoy te rodea, hemos encontrado otra forma más de relacionarnos,somos amigos y complíces,entre risas y bromas para que no te me enfades si te ayudo demasiado ,nos cogemos de la mano para cruzar una calle ,bajar un bordillo, juntos hemos salvado muchos desniveles,alguna obra inconclusa y hemos bajado y subido unas cuantas escaleras, contadas una a una para no equivocarnos y dar un traspiés.


Nos hemos reído recordando la mirada sorprendida de quien a pesar de que no encajaba mucho la cosa, nos ha confundido con una pareja por nuestra actitud cariñosa,pero... nosotros a lo nuestro; a comentar todo lo que ha sucedido ,todo lo que queda por suceder y planear como encauzar la vida ,con este sol que deslumbra demasiado, dibujando montañas enormes allí donde solo hay blancas y algodonosas nubes en un horizonte eso si,siempre incierto.
Pero… por fortuna hoy, igual que ayer, sigues mirando esa pequeña flor amarilla que hay en tus manos.