
Y leí que ya estaba acabada la manta de crochet,la manta de ganchillo de toda la vida,y leí que "lo bueno de una manta, más que aportar calor, es conservar al que se refugia bajo ella, ser cómplice de besos intercambiados, dar cobijo al cariño que se entrega durante las noches más frías..."
y yo pensé,en el cariño, en la complicidad,en la ternura.
Y yo pensé, en mi padre,no porque el tenga una manta de crochet o sea tejedor de ellas,pero si,porque es sabio en el manejo de la urdimbre para crear ilusiones y fantasías.
Mi padre narra la vida, como una historieta, un cuento, es el mejor tejedor de sueños que conozco.
La manta de crochet, me hizo recordar a aquella otra ,que mi madre tenía en su cama de matrimonio,era de color amarillo con rallas horizontales azules,todavía existe ,ya muy viejita usada para otros menesteres, que no son ni el abrigar ni dar cobijo.
Recordé la manta,pensé en mi padre y los juegos que inventaba cuando yo era muy niña,tanto, que me sorprende poder recordarlos aún .Eran los tiempos en los que iba a su habitación,me subía en su cama y ya estaba preparada para jugar, era mi padre el motor de los juegos,su juego preferido ,los viajes, y siempre terminaba diciendo aquella frase:-¿Vale que íbamos en tren?,mi respueta siempre era:- vale.
"-Chaca-chaca-chaca.....piiiiiiiiiiiiii piiiiiiiiiiiiiiii ,la locomotora se pone en marcha lentamente, empieza a echar humo.Nosotros estamos sentados al lado de la ventana.
El tren empieza a coger velocidad,mira los árboles que rápidos pasan,mira las casitas,llegamos a un pueblo y el tren parará en la estación .
Se oye la voz del jefe de estación:-¡pasajeros al tren!
Reanudamos la marcha cada vez más rápido,cada vez mas rápido.
Chaca-chaca-chaca...
Pasamos por un puente muy alto,debajo un río que se ve pequeñito y una curva,otra a la izquierda, una recta.
Mira,allá a lo lejos se ve un túnel largo largo..."
Esta era la parte del viaje que más me asutaba, porque mi padre simulaba el túnel poniendo la manta sobre nuestras cabezas,a modo de una bóveda de piedra.La longitud del túnel,por tanto el símil de la manta, variaba, dependía de mis nerviosos o el miedo que me diese pensar en estar tapada totalmente.Si me asustaba ,bajaba la manta y el tren volvía a circular tranquilamente por una vía recta.
Esto podía repetirse tantas veces como energías tuviese yo o como paciencia mi padre. La máquina arrastraba los vagones otra vez a la luz y yo con ellos. Volvíamos a ver un paisaje imaginario en las paredes de la habitación , campos, un rebaño, un perro, que ladraba ,el pastor que silbaba para reorganizar a las ovejas.
Me volvía a sentir tranquila y ya empezaba a desear el momento de adentrarnos otra vez en el largo túnel ,y de pronto era yo la que decía:" -¿vale que llegaba otro túnel?..."
Sigo recordando ese juego,donde compartía con mi padre su ternura,y toda su fantasía, incluso cuando entrabamos en aquel túnel, que debían simbolizar todos los miedos del mundo y los mios propios, para mí nunca fue tan oscuro ni lóbrego, sino de un cálido amarillo.
Siempre sentí el calor protector de sus brazos ,que me daba seguridad ,e imagino que por esa reafirmación de mi fuerza ante las cosas o situaciones que me asustaban , insistía una y otra vez en subir al tren y entrar en el túnel.
Al escribir sobre ello, enlazo una estrella más a esa manta invisible que voy tejiendo con mis relatos y evocaciones,urdimbre de sensaciones,recuerdos hechos letra,una manta, que me arrope en los días solitarios, una manta que, me impida olvidar,lo que los años se empeñan en llevarse.
Este relato surge,tras la lectura del post sobre la manta de crochet de ISORA y el comentario,que de él, hizó, el CHIADO