miércoles, 15 de diciembre de 2010

Amores de Aeropuerto








Aeropuerto de Amsterdam.

Desde la acristalada cafetería, veo encenderse las primeras luces en le exterior, cae la noche. Dentro, frente a una taza de café humeante se disfruta de una agradable sensación de calor, que contrasta claramente con la gélida imagen exterior, nieve, ríos helados y gente profusamente abrigada.
Yo también lo estaba apenas hace unos minutos, en cambio ahora, toda esa ropa que me protegía de las bajas temperaturas, descansa perezosamente como yo ,todo sea dicho de paso, en la silla que esta a mi lado. La caminata hacia la estación central, cargada con mi pesada maleta rosa fucsia, la carrera por el arcén para alcanzar el tren que salía y el posterior viaje en él ,me han dejado exhausta y fríamente sudada.

Dejo que el aroma del café me invada, sujeto la taza entre mis manos ,paseo vagamente mi mirada, el gris de mi sombrero,el negro de la chaqueta,me detengo en las finas líneas de la gran bufanda que tanto me ha ayudado estos días ,un perfecto embozo parisino, recuerdo de aquel viaje a la ciudad de la luz y el rojo llega a mis ojos, un rojo brillante de un vestido de gala o de día especial. Creo que es un vestido de fiesta elegido para un día especial, o así se lo ha debido parecer a ella que,sonriente, se baja las mangas del grueso abrigo oscuro,que casi la cubre, que casi,la guarda de los ojos de los demás, solo está para él.

Un vestido rojo pasión sin mangas, que deja al descubierto la piel blanca, propia de estos días ya de invierno, vestida para una noche vieja ,una noche vieja que quizá ella ha adelantado e incluso la ha celebrado en pleno día.

Él no viste de gala, no viste especialmente de nada, va discreto ,todo es pura discreción en él,excepto su mirada,la mira y en silencio la acaricia, la abraza.
En silencio y muy discretamente la ama, allí, en pleno aeropuerto ,en la cafetería, mientras ambos esperan o quizás solo espera uno ,él .Ella, le acompaña en la espera ,seguramente quisieran retener un tiempo que ineludiblemente se les escapa, se les ha escapado. Su tiempo solo dura algo menos de un día.

Ambos,muy juntos, uno al lado del otro, se miran ,él habla y ella le escucha expectante, anhelante,como si quisiera retener todas sus palabras ,el timbre de su voz, su gesto; es un vano intento de aprehenderlo. Sonríe, solo lo siente a él, seguramente no percibe el bullicio que hay a su alrededor. Al sonreír unas finas arrugas aparecen en sus ojos, los cuarenta ya no están por cumplir ,su pelo largo y negro,cae sobre el rostro cuando lo inclina para acercase a él y besarle suavemente en los labios.

Él, quizás este en los cincuenta, la mira con una sonrisa no exenta de cierta tristeza ,tristeza resignada .Inclina su cabeza y la apoya en el pecho de ella, permanece allí unos instantes mientras ,la mujer de rojo, que esconde ese vestido bonito de fiesta solo para él ,lo acaricia.
Vuelven a besarse.

Aparto mi mirada de ellos un poco avergonzada,me siento una intrusa invadiendo su intimidad ,cariñosa, yo diría que amorosa. No quisiera estar presente en esa triste ,despedida.

Se acabaron el tiempo que le han robado a sus vidas, se acabo su paréntesis de felicidad, les quedan unos minutos de la tregua que les ha dado el destino .El coge el maletín y la mira, acaricia su lacia melena ,y su cara, tal vez algo ajada, donde apenas quedan restos de un maquillaje que tal vez hubo hace unas horas, solo en los labios parece quedar algún resto de aquel precioso rojo a tono con el vestido, ambos apuran su bebida, que parece ser las misma ,vasos llenos de líquido, una tonalidad marrón otoño ,marrón tierra ,marrón tristeza.

Al unísono se levantan y caminan, ella se abrocha bien el abrigo, el rojo queda para sus recuerdos, empieza a ser momento de otras cosas, se cuelga de su brazo y salen de la cafetería.

Pierdo de vista a la pareja ,los imagino bajando las escaleras y llegando a la puerta de embarque, imagino un beso, tal vez no tan apasionado como lo están sintiendo, imagino un mundo de palabras contenidas y una despedida que no quiere serlo porque ambos odian las despedidas ,les ponen tristes.

Le veo cruzar hacia la zona de embarque.
La veo cruzarse los brazos sobre el abrigo para ocultar el vestido rojo pasión, que solo era para el ,para que la viera como si fuera un día de fiesta ,en lo que ha sido su día de fiesta privado sin derecho a otras miradas, un día de fiesta en un miércoles, uno como otro cualquiera, en un día de trabajo en la bulliciosa y mercantil Amsterdam

6 comentarios:

Unknown dijo...

Bonita historia del día a día de todos...
Besicos Dafne

ralero dijo...

Hay días, noches de amor, que valen por toda una vida. Aunque después en el corazón se instale la nostalgia.

Besos.

Dafne dijo...

SIEMPRE DAS EN EL CLAVO RAFA!
BESOS

Larrey dijo...

Una descripción de lo más cinematográfica. Cine del bueno.

Ah, os invito a la V Edición de Suspiro de El Trastero:
http://eltrasterodelaimaginacion.blogspot.com/2010/12/el-tiempo-vuela-y-aqui-estamos-otra-vez.html

El intimista secreto dijo...

Veo que tu viaje a Holanda ha dado lugar a muchas reflexiones y parece que positivas. Me encanta esta entrada porque nos recuerdas que en medio de la grisura de la vida, en medio de un aeropuerto o de cualquier otro sitio, hay historias de amor y de pasión. Nada más bello por lo que vivir.
Besos.

Elena dijo...

Bonita historia...