domingo, 6 de junio de 2010

La Cajita Bordada con Hilos de Seda,Una Historia de la Guerra











Nota:Lo que vais a leer es una recreación literaria a partir de una noticia publicada en el periódico el País el día 31 de Mayo de 2010 con el título ;el joyero del fusilado.
Si os situáis sobre el título de mi relato, os llevará al Museo Virtual de la memoria republicana de Madrid y vereis la mentada Cajita

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Braulio López Morales,acababa de dibujar las iniciales de su nombre en la parte superior de la cajita.Azul y rojo eran los colores que eligió para ello.
Mantuvo en sus dedos el pincel todavía húmedo,mientras releía la inscripción:
A la Señorita Angelina,en prueba de agradecimiento.B.L.M

Escuchó los pasos de sus carcelero en el pasillo.Braulio guardó la cajita bajo el camastro y limpió el pincel en las pieles secas de maíz, que sobresalían por los agujeros del mugroso colchón.

Era la ahora del paseo matutino por el patio,agradeció el poder desentumecer las piernas,llenar los pulmones de aire puro ,sin aquel olor a agrio,a sudor,a letrinas, a orín de rata.
Inmunda celda,guerra inmunda.

Una mañana calurosa la de aquel jueves 2 de Agosto,un jueves similar a los de los últimos ocho años,Braulio no sabía,que no habría más jueves en la prisión de Porlier,ni en ningún otro sitio,la noche anterior se había firmado su sentencia de muerte.

Su ángel de la guardia no pudo hacer nada más por él,Angelina,bibliotecaria del ministerio del interior,que había facilitado tantos y tantos visados para que su esposa pudiera visitarlo.

En la última visita le llevó una cajita de madera bordada con hilos de seda,un joyerito que tenía de cuando empezaron el noviazgo,con ellos querían agradecer a la señorita Angelina toda su ayuda.
Braulio con buenas dotes para el dibujo,empezó a pintar aquellas letras hacía unos días,esta misma mañana, cual cruel presagio,la había acabado.

Las manos cruzadas a la espalda y la mirada baja,la mirada de los humillados,de los que habían sido humillados,pero él todavía escondía un brillo de rebeldía en sus ojos.
A Braulio López le quedaban a penas unas vueltas al patio de vida.

De regreso a su habitación,encontró sentado en la silla,esperándole al párroco,enlutado.
Braulio López, ni siquiera lo saludó, escuchó toda la letanía sobre el arrepentimiento y la salvación,pero no abrió la boca para nada ,porque de nada tenía que arrepentirse,de nada se arrepintió.

Caminó hacía la ventana,abajo en el patio,el pelotón de fusilamiento se preparaba.
Braulio López murió en Agosto de 1946 a los 36 años de edad,sin volver a abrazar a su esposa ni a sus hijos.
Murió mirando de frente a los que sin ningún tipo de pudor apretaban el gatillo

Por fortuna, Braulio Lopez no llegó a saber el escarnio que sufrió su esposa a la que hicieron pasear por todo el pueblo con la cabeza rapada.
Nunca supo de la entereza de su mujer, que siguiendo el reguero de sangre roja que dejaba el camión fúnebre,llegó a la fosa donde lo echaron.
Nunca supo que ella,su mujer,desató el pañuelo rojo, que anudaba en su cabeza y se lo puso a él ,sobre la cara, para poder identificarlo.

Braulio López,el preso fusilado en el 46 nunca hubiese imaginado, que 70 años después,su nieta,Ana,tendría en sus manos aquella cajita de madera, bordada con hilos de seda, que él pintó,como muestra de agradecimiento a la señorita Angelina.

3 comentarios:

Elena dijo...

¡Qué bonito, qué duro, qué cruel, qué .... dita Guerra....

esco dijo...

No dicen que detrás de un hombre con principios siempre hay una mujer que se los recuerda...Me ha rasgado el alma, rosa

Unknown dijo...

Impresionante, me da por imaginar un antes, una vida feliz truncada por la guerra. Esconde muchas cosas tu relato Dafne...Muchas gracias por hacernos disfrutar.

Un petonarro.