domingo, 18 de abril de 2010

APOCALIPSIS











Todo silencio,sólo el crujir de los esqueletos de los árboles bajo sus pies.
Primero,fue la ceniza sobre las hojas,poco a poco fue llegando y cayendo lentamente ,hasta formar una alfombra mortal,que dejó los suelos inertes.
Casi ya no recordaba el canto de los pájaros o el murmullo del agua.
Los ríos hoy,charcos pútridos, ausentes de toda vida.

El frío helaba sus manos y sus mejillas,a pesar de lo avanzado de la primavera.Miró el reloj de pulsera ,las seis de la tarde.Tarde, mañana,noche,términos carentes de sentido,siempre tenían la misma luz sobre sus cabezas,una luz grisácea ,la única posible tras quedar oculta gran parte de la radiación solar.
Siempre hacia frío,a menudo llovía,como ahora,una lluvía persistente y sucia que tiznaba sus mejillas,que dejaba un poso de ceniza sobre todo.


Los humanos y sus máquinas ,únicos supervivientes de aquel desastre natural,vivían pertrechados en grandes moles de hormigón,sus ciudades,cubiertas con grandes bóvedas,que los más idealistas pintaron de un intenso azul celeste con nubes,soles ,estrellas,para no olvidarse del cielo que tenían antes de la gran erupción.

Avanzaba por lo que antes fue un precioso paraje,lleno de pinos,olmos y chopos en la margen del manantial.Había desobedecido la prohibición de salir al exterior,todos parecían haber olvidado que había algo más fuera de los muros en los que vivían.Ella también lo olvidó,pero en los últimos días vió en los archivos de imagenes lo que fue la tierra,un precioso planeta azul y verde,y rojo,lleno de colores.

Recordó los primeros días del inicio del fin, se vivieron con cierto asombro,aquel caos aéreo que alteró el orden de vida que llevaban,fue el primer síntoma de alarma.
Tantas amenazas que creó la humanidad,los agujeros de ozono,el deshielo,incendios,los vertidos en ríos y mares,la matanza o extermínio de animales,las guerras que los humanos se declararon entre sí y la que declararon a la Tierra.Al final fue ella misma, la que decidió hablar y lo hizo con contundencia,vomitó de asco y ello acabó con todo.


Apenas podía respirar,pero quizás fuese capaz de aguantar un poco más,se recostó sobre la tierra mojada y apoyo su cabeza sobre el tronco del árbol muerto.
Cerró los ojos mientras escapan unas lágrimas límpias ,de profundo dolor.Unos segundos más y el el manto de una noche estrellada,la cobijaría en su sueño.

3 comentarios:

esco dijo...

Que bonito Rous, me encanta como describes, ¿para cuando el libro decías...?
Lo más triste es perder algo que das por hecho, por que sólo te queda un sentimiento de culpa e impotencia increíble, al saber que lo podrías haber evitado. Debe ser un vació existencial horroroso.
Un beso cariño.

ralero dijo...

Triste, muy triste. Y más aún teniendo tantas posibilidades de ser premonitorio. Pero muy bello. Enhorabuena, en este realato te sales.

Abrazos.

Elena dijo...

Pero...¡qué bien escribes jodía!, ja,ja,...triste y bonito. Bss