jueves, 27 de octubre de 2011

Camino de Sirga y Otros Caminos






Hay libros que no se dejan leer hasta que llega su momento,acabo de terminar uno de ellos.Lo intenté en verano no pudo ser, pese a tener muchos momentos de encuentros medio furtivos.Hemos tenido que esperar a los días de otoño para vivir un intenso encuentro amoroso,nos hemos citado con puntualidad,con emoción...bonitas las formas y bonitos los fondos,definitivamente se ha producido una preciosa historia de amor entre el libro,Camino de Sirga de Jesús Moncada y yo.

Al leer la última de sus líneas pensaba que nada más le podía pedir,solo agradecer los momentos y las emociones,sin embargo,él me ha dado aún más,ha removido recuerdos,emociones vividas.
Camino de Sirga ,me ha hecho pensar en otros caminos,los mios y los de la gente de mi pueblo.

Teníamos un nexo común con la gente de aquel camino,el agua,los pantanos.
Al Ebro y su camino de Sirga,le acompaña parejo el Turia,mi río,que dio vida al pueblo regando sus pequeños campos,fuente de subsistencia,y dio muerte con el embalse que las anegó.

Mi pueblo,los pueblos de los embalses del Ebro y tantos otros pueblos que han desaparecido bajo las aguas.Todos tuvimos que prepararnos para abandonar las casas,desmontamos habitaciones,sacamos cajones de las que emergían pequeños tesoros guardados cuidadosamente,mantenidos en la privacidad.

De los armarios de mi madre aparecieron brillos dorados en estampitas de comunión,como la de la prima Angeles,varios obituarios con nombres desconocidos pero con los que compartía apellido como el del tío Jesús,era el tío de mi padre,aquellas estampitas no eran tan bonitas pero recuerdo el roce de mis dedos por la tapa dura de bordes negros y cruz central del mismo color.

Una pareja me miraban desde una foto de cartón Dolores y Toribio ,aquellos tíos de mi madre,que lucían sus mejores galas aquel día que decidieron hacerse una foto para enviar a la familia del pueblo ,como muestra de lo bien que vivían en Badalona,donde habían emigrado en busca de trabajo.

En una cajita,una cinta negra de raso,que mi madre usaba cuando tenía el pelo más largo,un pendiente al que se le perdió el compañero y quedo allí de recuerdo.Tantas cosas...muchas se quedaron abandonadas, otras se olvidaron,alguna se hubo de perder en aquel trasiego de la mudanza.

Íbamos a un pueblo nuevo,una casa nueva,en pos de la modernidad por eso dejamos abandonada aquella cama de hierro pintada de color plata sobre la que había un colchón de lana, en el que mi hermana y yo nos hundíamos en un mar de sueño cada noche.


Del cuarto oscuro,llamado así porque efectivamente lo era,aquel que tanto miedo me inspiraba aunque sólo con el aroma que te invadía al abrir la puerta,ya deberían desaparecer todos los miedos,también dejamos muchas cosas,las jarras de la matanza,evidentemente las vacías y más viejas,no teníamos la certeza pero intuíamos, que no habría matanza del cerdo,ni embutido casero, ni jamones que poner a salar,por eso dejamos aquellos cañizos que había en la sala y que se utilizaban a modo de estanterías aireadas donde se ponían tanta comida..
Hoy hablaríamos de ellos y ensalzaríamos seguramente el valor ecológico de tal invento,el cañizo.

Los años sesenta trajeron cierta prosperidad en el pueblo,gentes venidas de todos los lados y conocidos como"pantaneros",llegaban para la construcción de aquel embalse.Para muchos,como el abuelo fueron los tiempos de recibir su primera nómina por un trabajo y siempre estaría ,agradecido porque años más tarde podría cobrar una pequeña pensión,pero aquel esplendor llevaba parejo la muerte.Cuando se colocó la primera piedra de la obra se inició la cuenta atrás...

Y llegaron los setenta y pocos ,empezó el éxodo anunciado,forzado,preciso.Coches y furgonetas,cargados con enseres y gentes empezaron a desfilar,un día se iban dos familias,otro día tres,otro ninguna ,esto hacía respirar al resto que quedaba en el pueblo,les hacía sentir menos solos.

Inauguramos casas blancas con ventanas y puertas pintadas de color verde con un pequeño jardín en la entrada a la casa,todas iguales.
En el pueblo quedaron las casas de los ricos y de los no tanto...volvíamos a ser iguales.Cambios de casa,de vida ,de oficios en algunos casos,adapatación forzosa.

Sin nadie que insuflara vida a sus calles, aquel pueblo decidió autoinmolarse poco a poco.Cuando algún vecino subía al pueblo,a su regreso informaba de tal o cual derrumbe,la casa de la tía Tona,las Ventas,la del tío Venturo.

Empezaron los saqueos de seres que alentados por el morbo,se atrevían a inspeccionar ,tras patada a la puerta,en casas que de no ser así,jamás hubiesen podido ver.

La nostalgia y la pena invadió de nuevo a los antiguos moradores,pena que tuvo su punto más álgido cuando el pueblo fue subastado por 800.000 pts.Una empresa aprovechó todo lo que quedaba aprovechable.Cuando acabó su cometido,se firmó la sentencia de muerte definitiva,el ejército,los tanques ,lo barrieron a cañonazos.

Ni aún así,aquel pueblo ha desaparecido del todo,mientras quede alguien que vivió allí, él existirá, a pesar de que hoy en su lugar,queda una suave colina coronada por un castillo...al fondo un cementerio y a los pies el sonido cantarín del agua,El Túria

5 comentarios:

Tatuagem dijo...

Cada libro tiene su impacto.

Saludos

Elena P.G. dijo...

...Y mientras quede alguien capaz de recordarlo.

ralero dijo...

Oye, enhorabuena por eso de tu cuentecillo, que me he enterao por ahí.

Besos.

Anónimo dijo...

Mi infancia corrió por ese pueblo tuyo y tan mio.Que tristeza invade mi corazón ante su recuerdo y cuanto me ha gustado poder revivirlo en tu historia.
Por cierto,preciosa la presentación de tu cuento.Espero poder ver el cuenta-cuento del señor Ring.

Dafne dijo...

Gracias Rafa...que buena trade pasamos el día de la presntacion!!!!