
Ni arroz pegado, ni guiso ahumado.
Quien arroz come, buenos carrillos pone.
Carnero castellano, vaca gallega, arroz valenciano.
Con este título que me he inventado, bien pudiera empezar a escribir la história de una saga de cultivadores de arroz allá en la China,o por cercanía, aquí en la ribera valenciana,pero no es el caso,que más quisiera yo,
Sólo hablo de mis abuelos,bastante alejados de cualquier saga arrocera.
La postguerra,el hambre y la necesidad acercó al abuelo al arroz.
Él,no era de aguas encharcadas y arrozales, el abuelo, era un hombre de monte, y de este,aprovechaba todo lo que podía ,leña, fornilla, carbón que cocía por la noches en las carboneras,algún conejo furtivo que caía en sus cepos , peces desprevenidos en los nidos del Túria y los cultivos del pequeño pedazo de tierra que le había tocado en herencia,pero como digo, la dura postguerra lo llevó como trabajador temporero,al cultivo ,cuidado y recolección arrocera en el Palmar de Valencia.
Traía al pueblo algo de dinero, ropa de las niñas del amo para su hija que era casi de la misma edad ,algunas palabras diferentes de nuestro castizo castellano y como no, gusto,casi devoción al arroz y a su preparación en la cocina.
Le recuerdo a mi madre decir, que la suya,mi abuela ,solo sabía cocinar arroz,de muchas clases, pero arroz. Era la abuela en su pequeño fogón de hierro colado,con el carbón que separaba ,del fuego de la noche anterior, la que cocinaba.De sus cazuelas de barro o porcelana ,salían los aromas del arroz que el abuelo cultivaba.
Arroz con acelgas, con pollo,con conejo, la ollica de arroz con cardos ,alubias pintas y algo de cerdo,arroz con col,arroz con habas,arroz con alcachofas,y los domingos,paella de pollo y conejo y a veces mixta ,se le añadía pescado.
Creo haberlo probado de todas las maneras,excepto con leche, nunca ,en la tradición familiar,se asoció al arroz como dulce.
Mi abuelo aderezaba la comida con anécdotas o dichos importados,de como comían en le Palmar,del allipebre con patas que preparaba la casera o que el arroz de pescado se debía comer con la concha del mejillón,así que primero nos comíamos su carne y después,mi hermana y yo, nos afanábamos en dar cuenta del resto con nuestra válva /cuchara.Era este un arroz divertido,de risas y carreras para ver quien acababa antes.
Un día el arroz de la abuela estaba triste,solo tenía carne,le faltaba la verdura.Otro día ,estaba muy amarillo,no había sofrito de tomate.
A la abuela se le había olvidado como se hacía el arroz y poco a poco ,olvidó todo lo demás.
Mi madre recogió su saber culinario,sencillo y sabroso, añadió a la lista algún arroz más ,supongo que por la influencia de mi padre,ganadero de toda la vida,el arroz con trocitos de jamón,o con costilla de cerdo.
Y como estoy convencida,que los gustos culinarios se aprenden en casa,se transmiten alrededor de la mesa,de generación en generación con sinfonías de cucharas,tenedores o platos,yo también venero el arroz.
Me he adueñado de las recetas familiares,sazonadas con todo lo que escuché,viví e imaginé con cada uno de ellos, y a nuestro partícular recetario de arroces, añadí en honor a un hijo mal comedor,un arroz sin sabor o casi ,el arroz blanco de niño pobre africano,cocido,con un poco de sal y muy,muy seco.
Este arroz, que imagino, salva cada día ,muchas vidas de niños,que comen esto y poco más, a mi hijo y a mí,nos solucionó muchas comidas.
Me pregunto, que tipo de arroces salvará él.